jueves, 26 de marzo de 2015

A OSCURAS

Mi entrada en el blog va a consistir en la relación que se da entre el judo, deporte en el que ya hemos tenido varias experiencias debido a que hemos cursado en primero la asignatura de Fundamentos de los Deportes de Lucha así que todos en mayor o menor medida sabréis de lo que hablo, y la expresión corporal ya que ésta se puede manifestar de muchas formas posibles.

Para hacer una breve introducción sobre lo que nos ofrece este deporte, podemos hablar de los numerosos beneficios que nos aporta físicamente como puede ser la mejora de las cualidades físicas, pero también psicológicamente ya que el judo nos ayuda a conocer nuestro propio cuerpo y ser capaces de expresarnos a través de él, pero además potencia aspectos como la creatividad o la concentración del individuo entre otras muchas cosas.

Como ya sabemos, se trata de un deporte de combate en el que interpretar los movimientos del contrario es fundamental para poder realizar una respuesta efectiva y derribar al oponente. Por eso la expresión corporal juega un papel fundamental, no sólo para analizar las distintas reacciones del adversario sino también con el fin de que éste interprete las nuestras de una forma u otra, es decir que durante un combate de judo se realizan movimientos corporales con una intención, bien sea para desequilibrar facilitando la acción posterior o simplemente para engañar sorprendiendo al contrario con una acción distinta a la que le hemos hecho creer.

Ahora mismo os estaréis imaginando un combate en el que por lo general se realizan estos movimientos de los que os hablo de forma muy variada y en gran medida a través de la visión, pues en ningún momento podemos perder de vista al compañero o mirar para otro lado porque estaríamos totalmente vendidos a nuestro oponente. Pero, ¿qué ocurre cuando no se nos permite analizar los movimientos del adversario mediante la visión? Pues es entonces cuando recae sobre el cuerpo físico toda la responsabilidad de ser capaces de analizar los movimientos de esa persona que tenemos delante, por supuesto siempre con las respectivas operaciones cognitivas que se dan ante los estímulos que percibimos y que generan las respuestas ejecutadas.

Podemos hablar entonces del concepto de la propiocepción, del que nuestro compañero Álvaro ya hizo mención en una entrada muy interesante, por lo que no hablaré de ello a fondo pero si decir que tiene gran importancia y más aun cuando hay un déficit tan importante como es el de la visión. Ya hemos podido comprobar en alguna clase de expresión corporal que el sistema visual nos facilita enormemente cualquier acción de nuestro día a día, pues a la hora de cerrar los ojos e intentar simplemente caminar incluso de forma guiada, ya nos parece que esta simple acción que llevamos haciendo toda nuestra vida se complica bastante. Por ello será importante ser capaces de sentir la posición de nuestro propio cuerpo y el movimiento del mismo, pero también del contrario mediante el contacto para llegar a conseguir resultados positivos dentro de esta modalidad deportiva.

Son pocos los deportes que se ajustan mejor que el judo para permitir que las personas con discapacidad visual compitan en las mismas condiciones que las personas videntes, de hecho las categorías no están establecidas en función del tipo de discapacidad (B1, B2, B3) ya que compiten todos juntos, sino por peso como se da en las competiciones entre personas que no presentan esta discapacidad. De ahí la importancia del cuerpo en este deporte, que a priori podéis pensar que una persona que es capaz de ver más que otra tendrá ventaja sobre el tatami, pero lo cierto es que el conocimiento del propio cuerpo y el contacto con el contrario nos puede llegar a dar mucha información que será de gran utilidad, ya que la principal fuente de información para el judoca es la percepción táctil y kinestésica, pues a través del agarre la estamos recibiendo constantemente sobre la posición corporal y posibles intenciones del adversario.

Hace un par de años tuve la oportunidad de vivir una experiencia que me enriqueció bastante, sobre todo por lo que pude aprender de ella. Por entonces estaba estudiando TAFAD y concretamente en la asignatura de Discapacitados teníamos que hacer un trabajo sobre cualquier deporte para personas con algún tipo de discapacidad física o psíquica. El deporte que elegí fue el judo para personas con discapacidad visual y debido a mi andadura por los tatamis me puse en contacto con el que había sido mi entrenador, el cual me facilitó unos contactos que me servirían para desarrollar mi trabajo.

La persona a la que entrevisté se llama Marta Arce Payno, se trata de una judoca que tiene una enfermedad congénita, es albina de nacimiento con una discapacidad visual de tipo B3, sometida a una pérdida gradual de la capacidad visual. Ha sido nada más y nada menos que subcampeona olímpica en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008, y bronce en Londres 2012. Pero además es Fisioterapeuta por la Universidad Autónoma de Madrid, cuatrilingüe y madre. Después de acogerme en su casa muy amablemente y contarme su experiencia, me di cuenta de que era la superación en persona.

Tras hacerle la pregunta de si había tenido impedimentos por su limitación a la hora de practicar este deporte, su respuesta fue: "impedimentos por el handicap visual no, pero como yo no hice una educación física muy profundizada...el profesor al ver que no puedes correr detrás de la pelota o por miedo a que te den un pelotazo, te sienta y te manda un trabajo por escrito, por lo que la coordinación se ve mermada". Y reflexionando sobre ello creo que siempre hay una alternativa y es importante que sepamos como futuros profesionales del deporte que debemos ser capaces de adaptar la educación física a todo tipo de personas con distintas características y no dejarles sentados como dice ella simplemente porque no sean capaces de hacer algo que otro/s si pueden, ya que de esa forma nos estaríamos contradiciendo a nosotros mismos y a los valores que fomentamos a través del deporte. 

Un ejemplo de actividad que podríamos hacer en la que se da la relación expresión corporal - judo sería llevar a la práctica distintos movimientos o gestos propios de este deporte con los ojos tapados para hacer hincapié en la toma de conciencia y sensibilidad corporal. También sería un ejemplo de trabajo inclusivo.




                                    
Y por último, las cualidades que según Marta tiene que tener un judoca son la templanza (para los nervios), la astucia y mucha confianza; y para confiar en uno mismo hay que conocerse primero (la importancia del mundo interno).

Con este artículo no sólo he querido establecer la relación entre la expresión corporal y el judo sino que con la anécdota que os he contado lo que quería que vierais es que a pesar de las barreras que se nos pueden interponer en nuestro camino de distintas formas, el cuerpo es un buen medio para superarlas, y no hablo de un salto de vallas (paso de valla, por si me leyera Carmen) sino de trabajar nuestro cuerpo y hacer uso del mismo para lograr distintos objetivos en la vida.

Aquí os dejo una foto de Marta durante un combate de judo:


                                   
                                   



Espero que os haya gustado y que hagáis aportaciones a mi reflexión.

Un saludo.

BIBLIOGRAFÍA:
  • Tamorri, S. (2004). Neurociencias y deporte. Recuperado de: https://books.google.es/books?id=MXAe0OGVrw0C&pg=PA69&dq=propiocepcion&hl=es&sa=X&ei=u0YUVaGEDcW2Ue62gCA&ved=0CEkQ6AEwBw#v=onepage&q=propiocepcion&f=false
  • Ll. Castarlenas, J. y Pere Molina, J. (2002). El judo en la educación física escolar. Barcelona: Hispano Europea. 

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