Mi entrada en el blog va a consistir en la relación que se
da entre el judo, deporte en el que ya hemos tenido varias experiencias debido
a que hemos cursado en primero la asignatura de Fundamentos de los Deportes de
Lucha así que todos en mayor o menor medida sabréis de lo que hablo, y la
expresión corporal ya que ésta se puede manifestar de muchas formas posibles.
Para hacer una breve introducción sobre lo que nos ofrece
este deporte, podemos hablar de los numerosos beneficios que nos aporta físicamente
como puede ser la mejora de las cualidades físicas, pero también
psicológicamente ya que el judo nos ayuda a conocer nuestro propio cuerpo y ser
capaces de expresarnos a través de él, pero además potencia aspectos como la
creatividad o la concentración del individuo entre otras muchas cosas.
Como ya sabemos, se trata de un deporte de combate en el que
interpretar los movimientos del contrario es fundamental para poder realizar
una respuesta efectiva y derribar al oponente. Por eso la expresión corporal
juega un papel fundamental, no sólo para analizar las distintas reacciones del
adversario sino también con el fin de que éste interprete las nuestras de una
forma u otra, es decir que durante un combate de judo se realizan movimientos
corporales con una intención, bien sea para desequilibrar facilitando la acción
posterior o simplemente para engañar sorprendiendo al contrario con una acción
distinta a la que le hemos hecho creer.
Ahora mismo os estaréis imaginando un combate en el que por
lo general se realizan estos movimientos de los que os hablo de forma muy
variada y en gran medida a través de la visión, pues en ningún momento podemos
perder de vista al compañero o mirar para otro lado porque estaríamos
totalmente vendidos a nuestro oponente. Pero, ¿qué ocurre cuando no se nos
permite analizar los movimientos del adversario mediante la visión? Pues es
entonces cuando recae sobre el cuerpo físico toda la responsabilidad de ser
capaces de analizar los movimientos de esa persona que tenemos delante, por
supuesto siempre con las respectivas operaciones cognitivas que se dan ante los
estímulos que percibimos y que generan las respuestas ejecutadas.
Podemos hablar entonces del concepto de la propiocepción,
del que nuestro compañero Álvaro ya hizo mención en una entrada muy
interesante, por lo que no hablaré de ello a fondo pero si decir que tiene gran
importancia y más aun cuando hay un déficit tan importante como es el de la
visión. Ya hemos podido comprobar en alguna clase de expresión corporal que el
sistema visual nos facilita enormemente cualquier acción de nuestro día a día, pues
a la hora de cerrar los ojos e intentar simplemente caminar incluso de forma
guiada, ya nos parece que esta simple acción que llevamos haciendo toda nuestra
vida se complica bastante. Por ello será importante ser capaces de sentir la
posición de nuestro propio cuerpo y el movimiento del mismo, pero también del
contrario mediante el contacto para llegar a conseguir resultados positivos
dentro de esta modalidad deportiva.
Son pocos los deportes que se ajustan mejor que el judo para
permitir que las personas con discapacidad visual compitan en las mismas
condiciones que las personas videntes, de hecho las categorías no están
establecidas en función del tipo de discapacidad (B1, B2, B3) ya que compiten
todos juntos, sino por peso como se da en las competiciones entre personas que
no presentan esta discapacidad. De ahí la importancia del cuerpo en este
deporte, que a priori podéis pensar que una persona que es capaz de ver más que
otra tendrá ventaja sobre el tatami, pero lo cierto es que el conocimiento del
propio cuerpo y el contacto con el contrario nos puede llegar a dar mucha
información que será de gran utilidad, ya que la principal fuente de
información para el judoca es la percepción táctil y kinestésica, pues a través
del agarre la estamos recibiendo constantemente sobre la posición corporal y
posibles intenciones del adversario.
Hace un par de años tuve la oportunidad de vivir una
experiencia que me enriqueció bastante, sobre todo por lo que pude aprender de
ella. Por entonces estaba estudiando TAFAD y concretamente en la asignatura de
Discapacitados teníamos que hacer un trabajo sobre cualquier deporte para
personas con algún tipo de discapacidad física o psíquica. El deporte que elegí
fue el judo para personas con discapacidad visual y debido a mi andadura por
los tatamis me puse en contacto con el que había sido mi entrenador, el cual me
facilitó unos contactos que me servirían para desarrollar mi trabajo.
La persona a la que entrevisté se llama Marta Arce Payno, se
trata de una judoca que tiene una enfermedad congénita, es albina de nacimiento
con una discapacidad visual de tipo B3, sometida a una pérdida gradual de la
capacidad visual. Ha sido nada más y nada menos que subcampeona olímpica en los
Juegos Paralímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008, y bronce en Londres 2012. Pero
además es Fisioterapeuta por la Universidad Autónoma de Madrid, cuatrilingüe y
madre. Después de acogerme en su casa muy amablemente y contarme su
experiencia, me di cuenta de que era la superación en persona.
Tras hacerle la pregunta de si había tenido impedimentos por
su limitación a la hora de practicar este deporte, su respuesta fue: "impedimentos por el handicap
visual no, pero como yo no hice una educación física muy profundizada...el
profesor al ver que no puedes correr detrás de la pelota o por miedo a que te
den un pelotazo, te sienta y te manda un trabajo por escrito, por lo que la
coordinación se ve mermada". Y reflexionando sobre ello creo que siempre
hay una alternativa y es importante que sepamos como futuros profesionales del
deporte que debemos ser capaces de adaptar la educación física a todo tipo de
personas con distintas características y no dejarles sentados como dice ella
simplemente porque no sean capaces de hacer algo que otro/s si pueden, ya que de
esa forma nos estaríamos contradiciendo a nosotros mismos y a los valores que
fomentamos a través del deporte.
Un ejemplo de actividad que podríamos hacer en la que se da la relación expresión corporal - judo sería llevar a la práctica distintos movimientos o gestos propios de este deporte con los ojos tapados para hacer hincapié en la toma de conciencia y sensibilidad corporal. También sería un ejemplo de trabajo inclusivo.
Y por último, las cualidades que según Marta
tiene que tener un judoca son la templanza (para los nervios), la astucia y
mucha confianza; y para confiar en uno mismo hay que conocerse primero (la
importancia del mundo interno).
Con este artículo no sólo he querido establecer la relación
entre la expresión corporal y el judo sino que con la anécdota que os he
contado lo que quería que vierais es que a pesar de las barreras que se nos
pueden interponer en nuestro camino de distintas formas, el cuerpo es un buen
medio para superarlas, y no hablo de un salto de vallas (paso de valla, por si
me leyera Carmen) sino de trabajar nuestro cuerpo y hacer uso del mismo para
lograr distintos objetivos en la vida.
Aquí os dejo una foto de Marta durante un combate de judo:
Espero que os haya gustado y que hagáis aportaciones a mi reflexión.
Un saludo.
BIBLIOGRAFÍA:
- Tamorri, S. (2004). Neurociencias y deporte. Recuperado de: https://books.google.es/books?id=MXAe0OGVrw0C&pg=PA69&dq=propiocepcion&hl=es&sa=X&ei=u0YUVaGEDcW2Ue62gCA&ved=0CEkQ6AEwBw#v=onepage&q=propiocepcion&f=false
- Ll. Castarlenas, J. y Pere Molina, J. (2002). El judo en la educación física escolar. Barcelona: Hispano Europea.
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